Igual de sorprendente es comprobar que absolutamente todos sus poemas son movimientos de belleza extrema (ya sean luminosos o más oscuros), si entendemos la belleza como un regreso al cuerpo primitivo, desnudo de intención y de artificio.
Los dos poemas que os dejo son de su magnifico poemario Experiencia Butoh.
II
Solo los niños son tortuosos, inhibidos, claros y confusos
JEAN GENET
Era sobrenatural.
La voz de mi animal se me aparecía en sueños. Una vez la
vi moverse. Fue un accidente. Un error de las neuronas.
Pero me arrodillé e hice el gesto de ordenar el fango. De
recolectar frutas maduras. Así pasé mucho tiempo hasta
desenterrar -aún caliente- el fémur de un caballo. Sus
cuatro patas seguían galopando. Supe entonces que la
velocidad podía ser opaca.
Las estrellas arrojaron sobre mí su semen negro para que
me aliviara y aunque seguí respirando
ya mi deseo de nacer se había serenado.
VI
Yo era el cuerpo. Era ese animal. Yo era el cuerpo del animal
que asesinó a su macho. Que asesinó su peligro. Quise darme
por completo a la ternura. Lo que huyó de mí me hizo un
arrojado entre la sombra. Soñé la muerte. Soñé mi semejanza:
la mujer, el andrógino y bisonte que me viene cuando mis
testículos revientan solos con la luz de la mañana.
Después permanecí telúrico
permanecí despierto
pude al fin oír la floración de los cerezos/ con los átomos
del cuerpo.
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