«Esperaba
un poemario al uso y me encontré con un texto muy peculiar, diferente. He
empezado a padecer el síndrome del «lector de anticipación» (deformación
profesional) y no puedo evitar la tentación de escudriñar todos los textos que
leo con la maligna lupa del detector de fallos –o mejor, con el escalpelo del
cirujano gramatical–. En general me pareció un libro bien escrito y compacto –a
pesar de su carácter fragmentario–. El léxico me gustó mucho: nada afectado,
nada rebuscado, nada relamido, pero muy rico, muy refinado cuando así lo
reclama la idea expresada –y, sobre todo, eficaz y sabiamente administrado
desde el punto de vista referencial–. De cualquier modo, lo que verdaderamente
me gustó de Mujer varada fue el tono
–o mejor, la entonación general– del libro, el color de su dicción, la (a mi
juicio, nueva) modulación de una voz poética que, si bien nunca ha eludido la
condición trágica de la existencia –sin caer jamás, eso sí, en la gesticulación
gratuita ni en el histrionismo autocomplaciente–, en este libro da un paso
adelante y, mediante una sabia combinación de pasajes de tenor altamente
intimista y de tramos que constituyen una suerte de sutil nota al pie sobre lo
exógeno –sobre el mundo–, nos regala un libro maduro, sereno, duro y, por
momentos, conmovedor.»
Pablo Miravet