Como suele decir mi querido Ignatius: “Todo lo que sucede, conviene”. Cuando Zaldi Eroa me dijo que no podía seguir con el proyecto que habíamos empezado juntos (por cuestiones de salud), me dio un bajonazo enorme, pensé que no iba a encontrar a ningún otro ilustrador que me convenciera para este trabajo particular, tan especial para mí. Así que dejé de buscar y pensé: “Bueno, si tiene que salir ya saldrá. No voy a forzarlo”.
"Esa mañana, Marcos estaba nervioso y
contento porque había inventado una historia genial; sabrosa y redonda como una
rosquilla."