Blog de Regina Salcedo Irurzun

lunes, 18 de diciembre de 2023

"Bondo", de Menna Elfyn

 Aquí os dejo el enlace a unos tremendos poemas del libro de Menna Elfyn titulado Bondo, de la sección dedicada a la tragedia que marcó a todo el pueblo de "Aberfan".
En 1966, una lengua de barro procedente de la escombrera de una mina de carbón inundó parte de esta pequeña localidad galesa. Ciento dieciséis alumnos de primaria, cinco profesores y veintiocho habitantes perdieron sus vidas en este desastre causado por el hombre. Toda una generación fue tragada por la tierra en unos pocos minutos.



sábado, 14 de octubre de 2023

La poeta me dice

 Este vídeo-poema titulado La poeta me dice inaugura una pequeña serie que trata sobre las relaciones familiares. En realidad, es una primera prueba sin concluir. No sé a dónde me llevará todo esto, quizá a ninguna parte, pero lo interesante es explorar, disfrutar y aprender por el camino.





martes, 15 de agosto de 2023

VÍDEOS SOBRE "LA POESÍA DÉBIL"

Por fin he terminado uno de los trabajitos que me traía entre manos: realizar una serie de vídeos para el "Manifiesto sobre la Poesía Débil", que os presenté aquí mismo hace unas semanas. Podéis encontrarlos en mi canal de YouTube. Son vídeos muy breves, acompañados unas veces por mis poemas y otras, por los de otros autores que creo que muy bien podrían sumarse a esta corriente poética. Espero que os animéis a verlos y que los disfrutéis.





miércoles, 9 de agosto de 2023

SUCESOS LUMINOSOS



 Pamplona 09/08/2023


Desde hace un tiempo vengo apuntando todos esos hechos sorprendentes, inexplicables que, a veces, nos ocurren y nos dejan vuelta al aire, sin palabras. Hoy os comento el último.
Durante más de un año he tenido de fondo de pantalla esta fotografía de un jardín hobbit:
  

Me la puse a modo de recordatorio, para calmar la ansiedad, pues me parecía una buena y tranquilizadora metáfora de mi vida literaria. Ahora ya la he quitado porque la he interiorizado, forma parte de mí. Esta ocurrencia surgió durante una de mis numerosas y cíclicas crisis vitales, cuando, una vez más, me preguntaba si merecía la pena seguir escribiendo dado que, después de tantos años, no había llegado a nada. Tengo apuntado esto en el cuaderno donde recogía notas tras mis charlas con el psicólogo:

17 de abril de 2022

«El otro día se me ocurrió una idea que creo que puede traerme cierta paz en el tema de mi frustración artística. Se trata de imaginar mis “logros”, el espacio que ocupo en el mundo literario, como un pequeño y sencillo jardín (tipo hobbit, por ejemplo). Es un espacio muy pequeño y humilde, casi no lo llamaría ni jardín, pero es hermoso y, lo que es más importante, en él me siento a gusto, me siento en “casa”. […] Estoy feliz en mi bello agujero hobbit y debería dejarme de lamentos y tontadas, y dedicarme a mantenerlo y cuidarlo. […]¿Acaso me sentiría mejor paseándome por un sofisticado y abarrotado jardín al estilo de los de Versalles? Me repele sólo pensarlo […]
Si me siento en mi jardín hobbit y miro alrededor, no veo ninguna hierba invasora o dañina; todas las plantas y flores que hay en él, por dispares o salvajes que sean, me complacen […]

En cuanto a las visitas, recibo muy pocas porque es un espacio íntimo y reducido, apenas caben tres o cuatro personas; los de casa, vaya. No pienso poner más sillas o banquetas […]

Debería sentirme afortunada de tener este trocito de tierra en el mundo, de poder sentarme en él a gozar escribiendo en total libertad, y olvidarme del resto».

    Bien, pues hoy, meses después de haber meditado sobre este asunto, mientras buscaba un par de poemas de Mario Levrero, me he tropezado con el siguiente texto (éste es el último de una serie puntos en los que recopila una suerte de poética personal):

XII

«Las grandes obras, las obras maestras suelen ser muy complejas, mundos enteros (Kafka, Faulkner, Joyce, Proust), y tienen que ver con cierta capacidad cerebral, pero sobre todo con cierto compromiso con la realidad. Para ser más preciso, los límites de mi literatura están impuestos por mi egoísmo, mi narcisismo, mi limitada experiencia del mundo, mi casi solipsismo o casi autismo. Yo veo muy claramente dónde están mis límites, pero no puedo estirarlos manejando palabras o técnicas o estilos, sino ampliando mi compromiso con la realidad —cosa que no estoy dispuesto a hacer, y menos de viejo—. Repito: esto no afecta al estilo, ni es culpa del estilo. Dije en algún reportaje algo así como que “hay constructores de catedrales y hay jardineros. Yo soy más bien jardinero de plantitas en el balcón”».


    Me parece mentira que, después de tanto tiempo, continúe mi singular diálogo telepático con el señor Mario. Creía que, tras terminar la escritura de mi poemario Mujer varada (donde se entrelazan citas de La novela luminosa), éste ya había concluido. Pero no, cada vez que me cruzo con él de forma mágica (¿de qué otra forma podría uno contactar con Levrero?), se producen estos sucesos «luminosos», como él diría. De hecho, yo había llamado a estas asombrosas casualidades «sincronicidades» (recuperando el término de Jung), pero me parece más apropiado darles ese otro nombre, ya que superan y trascienden la barrera del tiempo. El muy intuitivo maestro también escribió sobre ello con su habitual ingenio e ironía, y precisamente lo descubro, boquiabierta, en otro de esos puntos de su manifiesto:

X

«La telepatía es instantánea, a tal punto que no se sabe qué forma de energía puede utilizar, porque desafía las ecuaciones de Einstein (tendría que viajar más rápido que la luz). Pero una cosa es el momento en que se recibe, y otra el momento en que aflora a la consciencia. La mayor parte de las veces no aflora, a menos de que se trate de un hecho grave, dramático o particularmente interesante para el sujeto, pero a menudo aflora durante el sueño, porque baja la censura de la consciencia y del superyó. También puede aflorar con facilidad en vigilias cuando estás distraído o, por el contrario, tan concentrado en algo que estás en un estado equivalente al de trance.

A veces el atraso puede ser muy grande, y el contenido, la información recogida telepáticamente, aflorar espontáneamente en un momento de necesidad, cuando la necesitás. Se dice que el café y el ácido cítrico favorecen los fenómenos telepáticos, y la aspirina los bloquea. Una forma de conseguir una combinación fuerte es exprimir un limón adentro de una taza de café, pero es un asco. Por otra parte, se recomienda no fomentar esos fenómenos porque a la larga debilitan el yo y por lo tanto la voluntad y la consciencia. Yo desde hace algunos años me volví alérgico a la aspirina, de modo que no puedo hacer nada por bloquear los fenómenos y me los tengo que bancar. Tampoco puedo prevenir el infarto».

    Como no hay dos sin tres, también se da el caso de que estas semanas he estado elaborando un manifiesto que he titulado *Efímero manifiesto sobre la «Poesía débil» (Una corriente literaria más corriente que nunca y que otra cosa). En él reivindico, entre otras cosas, la importancia de la ironía y de la vivencia del misterio, de lo inasible. En el último punto, también digo:

«El lector de poesía débil no se acerca a la poesía como si ésta fuera una adivinanza con una única respuesta que deba descifrar. No anhela llegar al final del poema para poder gritar exultante: ¡La gallina!
La poesía no es un examen que debas aprobar. Si un poemario no te dice nada (ya puede ser del más ilustre de los ilustres), basta con que lo dejes y busques otro autor […]
La lectora débil no lee con las ideas de fracaso y/o vergüenza agazapadas en su mente. Acepta que no hay por qué entenderlo todo, es más, incluso disfruta con ese poso de misterio desafiante, de ininteligibilidad que se le queda entre los dientes y que invita a la relectura infinita. La poesía es algo más que un mensaje inequívoco que se agota en sí mismo: es un tono, una atmósfera, una sensación, una pregunta, una senda de animales que se aventura en el bosque, una huella en el fondo, a punto de borrarse.
El lector de poesía débil no lee para demostrar lo culto e inteligente que es, ni para aprender algo y hacerse más listo, ni para nada en concreto. La lectora débil simplemente permite que el poema irrumpa libremente, y luego ya verá qué demonios hace o no hace con todo eso.
Si, como Manuel Vilas, piensas que en la poesía no hay lugar para lo incomprensible y que el único poeta contemporáneo que se salva es Gil de Biedma, mejor ve a leer un manual de instrucciones sobre cómo montar una escoba. Eso da mucha paz y, a nosotras, cómo no, nos parece estupendo».

    Bien, os dejo a continuación los poemas de Levrero que andaba buscando hoy en Internet (pues quería guardarlos tras haberlos leído en una revista y haberme quedado de nuevo alucinada por esa conexión inexplicable que mantengo con él):



NATURALEZA MUERTA


Acorralaron al rengo.


Relucían


sobre paisajes otoñales

de parques y praderas

los fuegos de artificio

como artilugios refulgentes


y soñaban

en su cueva el topo

en su relincho el caballo

en su sueño el pez


Era el día de la primavera.


Todos


Empujaban algo tesoneramente


cuesta arriba

cuesta abajo

y un rincón bajo el portal

a la izquierda del templo

más allá de las dunas

más acá de los rábanos


y entre los limoneros,

sin piedad ni maldad ni caridad,

por esa pobre torpeza de los simples,

con esa simple torpeza de los pobres,

con esa torpe pobreza de los simples,


acorralaron al rengo

acorralaron al rengo

acorralaron al rengo


No intentó la más mínima defensa

no arguyó la más mínima disculpa

no le tembló

ni un músculo del alma

no dijo nada

quedó callado

como un horizonte

mirando la laguna

donde los patos


danzaban y brincaban


como un coro de ángeles

desnudos desplumados

y la gaita

sonaba su lamento lejano

lamento de otras tierras

lamento de ciervo moribundo


de niñez torcida

de laberintos afilados por el tiempo

(Ah, las gaitas; aún hoy

Resuenan en mis oídos

con la insistencia de los nomeolvides

y de ciertos lagartos portuarios).

No dijo nada, el rengo.


Dejó caer la noche


y entre los fuegos de artificio

declinantes por puro aburrimiento

se alejó rengueando


como siempre el rengo


se alejó cojeando


hasta casi contento


de que lo hubieran acorralado entre los limoneros:

eran treinta pelucas


nada menos


las que llevaba en el bolsillo.


Y hasta me quedo corto.



ANÁLISIS DEL POEMA DEL RENGO



el rengo simboliza la libido

los limoneros el vientre materno

las gaitas escocesas son la clara expresión

de la organización anal de la libido

las pelucas,

simple símbolos fálicos

el camello

viene a simbolizar los hospitales

y el tesonero afán de las tortugas,

la no expresada angustia del tomillo.

Cuando el autor escribe “lunes”

quiere decir “socorro”

y cuando habla del tiempo

hace alusión a la lucha de clases.

Cuando coloca un punto final

quiere decir que terminó el poema.



    En fin, después de todo esto, no tengo nada más que añadir… Únicamente, que el misterioso diálogo continúa y es algo que me aporta una felicidad tan luminosa como indescriptible.








*Nota: Podéis leer el resto de mi manifiesto en este mismo blog:
https://zombiedelasletras.blogspot.com/2023/07/la-poesia-debil-por-regina-salcedo.html



sábado, 22 de julio de 2023

Malú Urriola, la poeta que todos merecemos



Descansa en paz, Malú Urriola, tremenda poeta chilena que ha muerto demasiado pronto. 

Suerte que nunca será tarde para conocerte.

Espero que su obra se publique en breve en España, en las condiciones que una escritora de su talla merece, que todos merecemos para poder disfrutar (con el hondo desgarro que implica) plenamente de ella.

Hija de perra

Afuera daba vueltas un farol rojo y el letrero se caía a pedazos como de boite de mala muerte, como si fuésemos a estrellarnos contra la muerte, el hombre sacó una pequeña llave. Ladraban los perros, y el hombre nos condujo hasta un cuartucho que no volveríamos a ver, encendimos la tv y unos porros, luego me fumé un cigarro detrás de otro, uno detrás de otro y te contemplé hablar y hablamos del cuartucho, de la cojera del hombre, nuestra propia cojera, de la noche que corría con una prisa extraña, las nubes pasaban rápidas, azulosas, violáceas, como golpes de la vida, como si nos fuésemos a golpear contra la vida, el hombre trajo dos cafés que se enfriaron sobre el velador, en un rincón del cuarto quedaban los restos de una fiesta que otros dejaron, qué ganas de tomarme un trago, te dije, tú te acercaste lentamente, al contrario de las nubes, al contrario de la noche que corría aprisa, al contrario de los perros que no dejaban de ladrar, de vez en cuando se callaban, y se callaban hasta que las luces de un automóvil se estrellaba contra los vidrios y encendía el cuartucho que dejaba ver tu cuerpo y luego venían las sombras que te cubrían, lejos de casa, tan lejos de casa y en la radio con las pilas medio muertas la Janis cantaba bye, bye, baby.


                                                                                        Editorial Cuarto propio, 1998. / Editorial Surada 2001.

lunes, 17 de julio de 2023

"La Poesía Débil", por Regina Salcedo


Efímero manifiesto sobre la «Poesía débil»
(Una corriente literaria más corriente que nunca y que otra cosa)
por Regina Salcedo






1. Poesía subversiva: La poesía débil reivindica lo inútil en un mundo obsesionado con la productividad. Se opone a la idea de que la poesía debe tener un propósito definido y «servir» para algo, y defiende la exploración creativa sin restricciones. Reconoce que la poesía no tiene un fin práctico o utilitario en el sentido convencional, pero afirma que esta falta de utilidad (que no de validez) es precisamente lo que la hace subversiva en una sociedad obsesionada con los resultados cuantificables y rentables.

Las poetas débiles estamos hasta el moño de contestar la recurrente pregunta de para qué sirve la poesía y nos negaremos a responderla en adelante.

2. Reivindicación del intento y el fracaso: La poesía débil reconoce que no se puede acceder al objeto (al otro) sin interpretarlo, sin contaminarlo con nuestra subjetividad, siempre habrá una otredad inaccesible que se nos escapará de las manos. Esto convierte la escritura en un movimiento constante, en un vano pero apasionante intento de aproximarse a lo inalcanzable e imposible.
Vamos, que aquí se viene a jugar.

3. El concepto del yo débil se refiere a la noción de un yo que no se identifica y confunde con sus pensamientos o creencias, que no construye con ellos un bunker que deba quedarse a defender como un obediente y orgulloso soldadito. La identidad débil entiende la naturaleza cambiante y evolutiva de la comprensión humana. Reconoce que nuestras ideas y opiniones pueden estar sujetas a revisión y modificación a medida que adquirimos nuevas experiencias y conocimientos. También se suma a la idea del narrativismo (que apuesta por la discontinuidad del ser: somos lo que nos contamos que vamos siendo) frente al esencialismo (que aboga por una esencia pura y permanente).

El yo débil se caracteriza por no temer la deconstrucción continuada, el cambio de parecer y el estar abierto a diferentes perspectivas y puntos de vista (ojo: no confundir con el interesado chaqueteo o el borreguismo). Esta flexibilidad mental le permite adaptarse y prosperar como un alucinante tardígrado. Al abrazar la incertidumbre y aceptar la posibilidad de estar equivocado, el yo débil fomenta un fuerte sentido de humildad intelectual y humana.

Al liberarse de la necesidad de ser siempre correcto, coherente o tener respuestas definitivas, el yo débil se permite explorar nuevos territorios y enfoques. Al abrazar la vulnerabilidad intelectual y la fluidez de las ideas y la personalidad, se promueve una mayor libertad y un enriquecedor desarrollo.
Por decirlo de una manera clara: nos la suda un poco todo, en su justa medida.

4. El pensamiento débil: La poesía débil se inspira en el concepto de «pensamiento débil» del filósofo Gianni Vattimo. No se trata de un pensamiento sin peso, criterio ni ética, sino de un pensamiento que no busca la permanencia ni la verdad absoluta. Se aleja de las afirmaciones categóricas y se abre a la flexibilidad, la adaptación y la pluralidad de perspectivas. Es un pensamiento anti metafísico, donde el ser es evento y apertura. Más que de un creer en algo, se habla de un creer que se cree.
Reformulamos el dicho y exclamamos: «¡Creer para creer!».

5. Ironía y libertad: La ironía es una característica fundamental de la poesía débil. A través de la ironía, se permite la convivencia de la aporía, la paradoja y la imperfección. La poesía débil es capaz de reírse de sí misma para tomar distancia y librarse de una solemnidad excesiva, lo que la hace más libre y honesta en su expresión.
También te permite decir, si la has cagado mucho, que todo era broma.

6. Recuperar el sentimiento del misterio: La poesía débil goza con la experiencia del misterio que aparece de pronto en nuestras vidas para zarandearnos y dejarnos boquiabiertos. Anhela creer en lo imposible, en lo indemostrable y en lo que nos excede. ¡Qué mundo tan aburrido aquel en el que todo ha sido ya descubierto y cartografiado!
Nos metemos el I want to belive directamente en vena.

7. Aproximación intuitiva: La poesía débil también se adentra sin miedo en el territorio de la intuición, que puede llamar nuestra atención con imágenes, palabras sueltas o incluso con un fuerte retortijón de tripas (las vísceras también albergan sabiduría). Reconoce que, a veces, sólo a través de sus sigilosos pasos podemos acercarnos (hasta una prudencial distancia) a los aspectos esquivos y extraños de la realidad, sin espantarlos.
La intuición es una inteligencia anárquica y holística que trabaja sin que la percibamos, a oscuras y en silencio, como un invisible poeta, y que, de vez en cuando, nos cuela un misterioso y luminoso papelito por debajo de la puerta.
¿La intuición?, lo mejor, como Portugal.

8. Los límites del lenguaje: La poesía débil es consciente de las limitaciones del lenguaje. Como dice Derrida: «No hay nada fuera del texto». Reconoce que el lenguaje nos construye, nos delimita y nos convierte en seres narrativos y narrados (la identidad, entonces, se vuelve una cuestión hermenéutica). La imposibilidad del lenguaje de comunicar y expresar de forma eficaz y precisa lo que queremos es, por otra parte, la razón de que exista la poesía. Así que podemos verlo como algo inspirador y positivo.
Vaya, que si la vida nos da pistachos blindados, los usaremos como tantos para jugar al mus con ella.

9. La mediocridad como potencia: La poesía débil reevalúa el concepto de mediocridad y lo abraza como una forma de potencia creativa y una manera de estar en el mundo sin complicarse o complicarle a nadie la existencia. Reconoce que la obsesión por la excelencia y la búsqueda de la originalidad (con el único afán de destacar sobre los demás) pueden limitar la libertad y la autenticidad del poeta, por no hablar de la ansiedad que esto conlleva. En cambio, la mediocridad se convierte en una posición valiente que desafía los estándares establecidos y permite la exploración sin miedo al fracaso (y replantearse, de paso, qué significa para cada uno de nosotros eso de fracasar). La poesía débil celebra lo cotidiano, lo común, lo invisibilizado, lo periférico y lo aparentemente insignificante como fuentes de inspiración e indagación legítimas, desafiando la jerarquía de valores impuesta por la sociedad.
Nos anima a apreciar el término singular en su justa y correcta medida.
Quizás nos iría mejor si no nos creyéramos todos tan especialitos: ¡Ni una ponzoñosa frase motivacional más!

10. La valoración de la contradicción en la poesía débil se encuentra en consonancia con algunos principios fundamentales de la física cuántica, que también abordan la coexistencia de estados aparentemente contradictorios. En la física cuántica, el principio de superposición establece que una partícula puede existir en múltiples estados simultáneamente, lo que implica la coexistencia de posibilidades aparentemente opuestas. De manera similar, la poesía débil encuentra valor en la coexistencia de ideas y emociones contradictorias, reconociendo que estas tensiones pueden dar lugar a una comprensión más profunda y rica de la experiencia humana. Las nociones cuánticas de limitaciones y ambigüedad se consideran fuentes de belleza y significado. La poesía débil, como la física cuántica, invita a explorar la ambigüedad, la incertidumbre y la multiplicidad de significados. Siguiendo con Derrida: hay que conectar con la contradicción porque es lo que demuestra que todo orden es político, y eso nos brinda libertad.

A ver quién es el guapo que nos rebate nada ahora…

11. Grupos sí, pero no, gracias: la poesía débil huye de las asociaciones y grupos establecidos de escritores (y más de los que se reúnen regularmente y tienen órdenes del día, actas y todas esas milongas). Escribía Mario Levrero: «Todo grupo, especialmente en arte, suena justamente a grupo». Los grupos tienden a echar raíces, a hacerse fuertes y sólidos a base de estamentos y normas, por no mencionar la lucha de egos y el engorde de vanidades que agarran en ellos como grasa en baldosa de cocina. Todo esto, obviamente, es algo que atenta contra la leve esencia de la poesía débil. Las poetas débiles nos juntamos, de manera esporádica, para compartir un fugaz momento de intimidad, para realizar, quizás, algún acto poético, inútil e intrascendente, donde el protagonismo recae en la obra y no en el individuo. La mayor parte del tiempo nos mantenemos conectados pero separados (para que corra el aire), igual que un tejido subterráneo de micorrizas. Nada de colmenas ni hormigueros jerarquizados y bien ordenaditos.
Citando al Marx que más nos gusta: «Jamás aceptaría pertenecer a un club que admitiera como miembro a alguien como yo».

12. El lector de poesía débil no se acerca a la poesía como si ésta fuera una adivinanza con una única respuesta que deba descifrar. No anhela llegar al final del poema para poder gritar exultante: ¡La gallina!
La poesía no es un examen que debas aprobar. Si un poemario no te dice nada (ya puede ser del más ilustre de los ilustres), basta con que lo dejes y busques otro autor. No hay UNA sola Poesía, hay tantas Poesías como poetas. Abandonar o despreciar este género porque no te ha gustado un libro es como dejar de ir al cine porque no te ha gustado una película. Aunque tampoco es un drama si no te gustan ni el cine ni la literatura.

La lectora débil no lee con las ideas de fracaso y/o vergüenza agazapadas en su mente. Acepta que no hay por qué entenderlo todo, es más, incluso disfruta con ese poso de misterio desafiante, de ininteligibilidad que se le queda entre los dientes y que invita a la relectura infinita. La poesía es algo más que un mensaje inequívoco que se agota en sí mismo: es un tono, una atmósfera, una sensación, una pregunta, una senda de animales que se aventura en el bosque, una huella en el fondo, a punto de borrarse.
El lector de poesía débil no lee para demostrar lo culto e inteligente que es, ni para aprender algo y hacerse más listo, ni para nada en concreto. La lectora débil simplemente permite que el poema irrumpa libremente, y luego ya verá qué demonios hace o no hace con todo eso.
Si, como Manuel Vilas, piensas que en la poesía no hay lugar para lo incomprensible y que el único poeta contemporáneo que se salva es Gil de Biedma, mejor ve a leer un manual de instrucciones sobre cómo montar una escoba. Eso da mucha paz y, a nosotras, cómo no, nos parece estupendo.



En resumen, a partir de lo expuesto, podemos concluir que todo lo mencionado posee una validez puntual y efímera, dado que la realidad (y nosotros mismos) es fluida y cambiante, y que nuestras percepciones y verdades están limitadas por nuestra comprensión actual. Por lo tanto, es esencial reconocer la transitoriedad de este manifiesto y saber que nadie morirá defendiéndolo. Como mucho, nos pondremos un poco pelmas y te comeremos la oreja durante un rato.

jueves, 8 de junio de 2023

Próximamente "Ojos de liebre"

Hoy os traigo un adelanto que he subido a mi canal de YouTube. Un breve poema del libro que, en un futuro no muy lejano, publicaré con la editorial Trea.

Espero que os guste. 



sábado, 15 de abril de 2023

Marta Agudo, genial e irrepetible

Me ha roto la noticia de su muerte. No me veo capaz de hablar ahora sobre el tremendo y epifánico estallido que supuso para mí su poesía, este libro en concreto, que fue el primero que leí de ella, así que me limito a leer unos pocos de sus versos.

Tan infinita la tristeza de perder a una de mis autoras de referencia como la gratitud porque haya existido y haber podido deleitarme con su talento.

Enlace al vídeo

martes, 24 de enero de 2023

¿Y ahora qué leo yo?: Sinsonte, de Walter Tevis

En esta nueva entrega de ¿Y ahora qué leo yo?, comentamos Sinsonteuna magnífica novela de ciencia ficción escrita por Walter Tevis en 1980, y que ahora recupera Impedimenta con el cuidado y buen gusto de siempre. Traducida además por Jon Bilbao.

Una historia que te atrapará y fascinará de principio a fin.