El gorrión de Lesbia
Llorad, Cupido y Venus,
y mortales capaces de apreciar la belleza.
Ha muerto el gorrioncito de mi niña,
la alegría y el gozo de mi niña,
a quien ella apreciaba más que a sus propios ojos;
igual que madre e hijo se querían.
Nunca de su regazo él se alejaba,
girando alrededor con breves saltos,
feliz y confiado, para ella piaba.
Caminando va ya por el sendero umbrío
hacia donde se sabe que ninguno regresa.
¡Os repudio y maldigo, criminales tinieblas
que devoráis lo bello de este trágico mundo;
tan estimado ser me habéis arrebatado!
¡Qué profunda desgracia! ¡Ay, pequeño gorrión!
Ahora, por tu causa, un llanto inconsolable
enrojece e inflama los ojos de mi amada.
Llorad, Cupido y Venus,
y mortales capaces de apreciar la belleza.
Ha muerto el gorrioncito de mi niña,
la alegría y el gozo de mi niña,
a quien ella apreciaba más que a sus propios ojos;
igual que madre e hijo se querían.
Nunca de su regazo él se alejaba,
girando alrededor con breves saltos,
feliz y confiado, para ella piaba.
Caminando va ya por el sendero umbrío
hacia donde se sabe que ninguno regresa.
¡Os repudio y maldigo, criminales tinieblas
que devoráis lo bello de este trágico mundo;
tan estimado ser me habéis arrebatado!
¡Qué profunda desgracia! ¡Ay, pequeño gorrión!
Ahora, por tu causa, un llanto inconsolable
enrojece e inflama los ojos de mi amada.

No hay comentarios:
Publicar un comentario